miércoles, 16 de enero de 2019

El pequeño protagonista
EL NACIMIENTO DE NUESTRO PROYECTO

Hola a todos.
Mi nombre es Olga Santamaría y soy profesora de Historia en el IES Manuel Losada Villasante. Resulta extraño que me  haya embarcado con mis alumnos en un proyecto que, aparentemente, no tiene nada que ver con mi asignatura, pero todo comenzó en el erano del 2017, cuando me dieron un pequeño e inmaduro avión común que se había caído del nido y no sabía volar.

Gracias a ese avión, y a la ayuda inestimable de Esperanza, de la asociación ECOURBES, sin cuya paciencia y consejos no habría podido salvarlo, tomé conciencia de los problemas a los que se enfrentan estas pequeñas aves año tras año, no sólo para llegar hasta nuestras latitudes, sino para construir sus nidos y sacar adelante a sus familias. 

A partir de ese momento, a pesar de mi discreta afición a la ornitología, fue como si viese a estas aves por primera vez. Como madre adoptiva de mi avioncillo, miraba con interés y curiosidad los nidos del Teatro Cerezo, y observé, con preocupación, cómo yo recordaba haber visto nubes de estos pajarillos cuando paseaba con mis amigas del instituto, y ahora apenas veía unas decenas. Me fijé también en los vencejos, que acompañaban con sus chillidos mi paso por la Puerta de Sevilla, y más de un día me paraba a observarlos volar, sentada en uno de los bancos de granito que hay frente a ella. Incluso, en mi afán por hacer algo por estas aves, me animé a comprar un nido para golondrinas, que he puesto en mi patio y que espero que, este año, lo ocupe definitivamente la pareja de golondrinas que lo ha adoptado como "segunda vivienda", esa a la que van todos los días de visita, le dan "una vuelta" para comprobar que sigue bien, y se marchan a su nido de otros años en la casa de mi vecina,  ese en el que llevan años sacando adelante a sus polluelos.   


Por ello, cuando supe que iba a dar clase en 3PMAR, con alumnos que conocía y sabía que se implicarían en él, comenzó la planificación y puesta en marcha de este proyecto, con el que intentaremos hacer visibles estas aves a los carmoneses, para mostrarles su importancia en el ciclo de la vida de nuestra campiña y nuestra ciudad. Y para ello, hoy, después de tres meses de trabajo en clase, inauguramos este blog, para mostrar nuestros avances e intentar que vosotros también seáis parte de él. 

  Porque, aunque se trata de un proyecto nacido en el instituto, no se limita al centro, sino que es mucho más ambicioso: busca involucrar a toda la sociedad en la recuperación de las colonias de estas aves. Y es que, si lo pensamos bien, estos animales llevan siglos viviendo con nosotros todos los veranos y, sin embargo, o no los vemos o lo hacemos con indiferencia, como parte de un paisaje al que, por repetido, estamos acostumbrados. Pero no nos damos cuenta de que cada año son menos. El cambio climático, los tipos de edificios, nuestra actitud (“es que lo ensucian todo”, “hacen mucho ruido”) los están haciendo desaparecer. Poco a poco, casi sin darnos cuenta. Y, cuando enmudezca nuestra Puerta de Sevilla porque falten los cientos de vencejos que llenan sus piedras de vida cada verano, es cuando los echaremos de menos… 

     Con este trabajo, como he dicho, lo que buscamos es hacer que dejen de ser invisibles. Que los conozcamos mejor y veamos su papel fundamental en la conservación del medio natural que rodea Carmona. Que toda la población, especialmente las nuevas generaciones, los conozcan y respeten. Porque  lo que no se conoce, no se valora; y, si no se valora, no se respeta ni se cuida.Y lo que no se cuida, se pierde... y puede que sea para siempre.
 
      Por ello, quiero  dar las gracias por anticipado a todas las personas, centros educativos, empresas e instituciones que, de una manera u otra, han colaborado o van a colaborar en este proyecto, así como a aquellos que han desarrollado proyectos similares de los que tomamos ideas para crear éste. Espero que, gracias a su ayuda, el próximo año, hayamos contribuido a que los aviones, golondrinas y vencejos que vienen a su casa de verano en Carmona reciban la bienvenida de sus vecinos humanos.A todos, gracias. De corazón. 
 
  Y terminamos como empezamos, con el pequeño avión común huérfano, el culpable (indirecto) de que nos hayamos embarcado en esta aventura. Tras dos agotadoras semanas de alimentarlo cada dos o tres horas, desde la salida del sol hasta que éste se ocultaba, que me parecieron años, el avioncillo alzó con fuerza el vuelo desde la azotea de un bloque cercano al lugar donde apareció, y se incorporó a una nube de aviones que se soleaban antes de salir a buscar alimento y a los que, sin querer, mi familia y yo asustamos al asomarnos para soltarlo junto a ellos. Espero que haya tenido suerte. 

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