miércoles, 22 de enero de 2020

DESTRUCCIÓN DE NIDOS DE CERNÍCALO PRIMILLA EN SANTA ANA



La Vida ha sido expulsada de la iglesia de Santa Ana. Aprovechando las obras de restauración, han tapado todos los mechinales (huecos en la pared) que había en la Iglesia de Santa Ana. Ya no hay palomas, ni mochuelos, ni lechuzas, ni grajillas... Y, por supuesto, tampoco habrá cernícalos primilla dentro de menos de un mes, cuando estas aves - cada vez más escasas y en riesgo de desaparecer- regresen de sus cuarteles de invernada, en África. Y, a los que han cerrado los huecos, les dará igual que revoloteen como locos buscando los huecos que, hasta septiembre, fueron su casa. Les dará igual dónde vayan, dónde duerman ni lo que les ocurra. Lo importante es que la restauración va a seguir adelante y ya no habrá que preocuparse por ellos, ni por no molestarlos mientras dure el período de cría, aunque estén protegidos por leyes autonómicas, estatales y europeas. Muerto el perro, se acabó la rabia. O seguro que es lo que muchos piensan.

 Y es que, hasta hace unos días, Santa Ana solo estaba enferma. Grave, pero simplemente enferma,  Su maltrecho cuerpo, abandonado durante décadas, seguía vivo gracias a los animales que habitaban los huecos que el tiempo y la desidia de las administraciones habían ido creando en sus muros de ladrillo y tapial. Hoy está muerta. Esas mismas administraciones que, durante años, han dejado que se pudrieran sus vigas y se destruyera su cubierta sin ningún remordimiento, son ahora las que opinan que los cernícalos y otros animales pueden amenazar y destruir los muros en los que llevan décadas viviendo y tapan sus nidos con prisas, de cualquier manera, sin dar una oportunidad a las aves y sin consultar a las asociaciones que se esfuerzan en protegerlas. El mundo al revés.

Resultado de imagen de ba egipcio     Para mí, como profesora de Historia, Santa Ana se asemeja a una de esas de esas momias de Egipto que, casualmente, estamos ahora estudiando en clase: un cuerpo muerto, blanqueado por las manchas de mortero que tapan los mechinales, igual que los vendajes de lino volvían blancos los restos de los faraones y nobles egipcios que envolvían. Sin embargo,  en el caso de Santa Ana, su alma, su Ba -que los egipcios creían que adoptaba la forma de una pequeña rapaz-, nunca podrá regresar a él para llenarlo nuevamente de vida. En esta iglesia, su alma, esas treinta parejas de cernícalos que la abandonaban en otoño para regresar en primavera, encontrarán el camino cerrado.Y, aunque volverán varios años a intentarlo, acabarán por rendirse y marcharse para siempre.

  Y entonces, según la mentalidad de aquellos que piensan que el patrimonio natural y el cultural no tienen el mismo valor, tendremos una iglesia "como debe ser": limpia, impecable... En otras palabras, muerta.  Otro edificio de cartón-piedra para el decorado en el que Carmona puede convertirse en su incontrolable afán por conseguir un puesto en la lista de ciudades más bonitas de Sevilla, invadida por un turismo de masas que llega, pasea por ella un par de horas y se marcha hacia Sevilla o Córdoba.  Otra iglesia "Exin Castillos", plastificada, como hay tantas en Andalucía. Un cascarón vaciado de lo único que podría ofrecer algo distinto al viajero que tanto se desea atraer: su patrimonio natural, una riqueza en forma de fauna  de la que carecen muchos otros pueblos y que nosotros tenemos en forma de cernícalo, de vencejo, de mochuelo, de gorrion....Una riqueza que, por desgracia, no sabemos valorar. En resumen, otra oportunidad perdida...